EFECTOS DEL ABANDONO MATERNO

La madre es la primera que asegura al niño los cuidados físicos y psíquicos necesarios para su evolución adecuada. Si las necesidades instintivas mínimas no se satisfacen (que el niño tiene por instinto) el niño empezará a vivir en un estado de carencia y frustración, que le obligará a “buscar” defensas ante un mundo que experimenta como amenazante.

Imaginaros si es importante, que un niño puede vivir este “abandono materno” incluso por captar de manera emocional un rechazo antes del nacimiento. Hace años este problema de tener un hijo no deseado, se creía que podía superarse con motivaciones ideológicas que permitían un período de acomodación y ajuste al hijo no – deseado. Pero ahora se sabe que esto ya no es “así”; el RECHAZO PRENATAL es una fuente de actitudes de “abandono” que influirán en la personalidad del niño. La experiencia clínica (cuando la gente va a consulta) demuestra que el hijo no-deseado o no-aceptado rumia una especie de culpabilidad por saber que ha nacido sin ser deseado y a muchas de estas personas, el superar este conflicto, les lleva años de psicoterapia.

En el lactante este sentimiento de abandono puede vivirse por no ser alimentado por la madre (lactancia materna). Esto sucede porque el niño se separa de la madre antes de que llegue a sentirla como algo distinto-a-sí-mismo. La percepción de la madre como figura distinta-a-sí-mismo, ocurre entre los 4 y 8 meses, por lo que cualquier interrupción de la relación madre hijo-antes de ese periodo, tendrá repercusiones.

Algunos estudios demuestran que los niños que cambian de “ama de cría” después de los 6 meses, tienen mejores reacciones a las situaciones de comunicación con los demás y a la adaptación cuando aparecen frustraciones en el juego… Cuanto más temprano (en los primeros meses de vida) se interrumpa esta relación, peor será.

Otros estudios han relacionado la influencia de una alimentación al pecho y una alimentación artificial con la aparición precoz del asma y de algunos tipos de ezcemas.

En estudios con niños prematuros de entre 2 y 23 días, que por eso no pueden tener un contacto físico con la madre, por tener que estar en la incubadora, se ve que el resultado inmediato del abandono es una conducta que se caracteriza por:
-Indiferencia al contacto,
-Torpeza,
-Succión poco eficaz,
-Dificultad para despertar a la hora del biberón
mientras que muestran una conducta de búsqueda y de interés cuando se les acercaba un cojín de goma-espuma suave, mostrando entonces conductas como:
-Tranquilidad al tocar el cojín,
-Intento de tocarlo con las manos,
-Girar la cabeza hacia el lado en que estaba el cojín,
-Realización de movimientos rítmicos de succión hacia el cojín…

Aquí vemos la necesidad del contacto cutáneo.

Otro tipo de semicadencia puede sentirla el niño al incorporarlo precozmente a una institución de cuidados o pedagógica. Este caso es de los que más preocupa desde la psicología por ser cada vez más común.

Las conclusiones de uno de estos estudios son:

-El ritmo de sueño es adecuado en la guardería, pero alterado en casa.

-También se perturba en casa el ritmo de alimentación /hambre, con rechazos a alimentos que no aparecen en la guardería.

-La adaptación a situaciones nuevas es menor y más frustrante

-Aparecen rasgos de pasividad, escasa iniciativa, dependencia del observador (ya que esperan de él palabras o gestos de ánimo antes de empezar algo nuevo)…
-El llanto es más monótono y uniforme.

-La reacción ante los nuevos juguetes es de mayor indiferencia, lento acercamiento, agarre y manipulación monótono, etc.

-La psicomotricidad aparece más retrasada. Etc.

Encontrar soluciones para esto no es nada fácil. Muchas veces se busca solución intentando compensar esta separación en las horas de contacto. Sin embargo, la hiperprotección que muchas madres crean al intentar compensar estas separaciones, provoca una reacción ansiosa y asume un valor de estrés sensorial.

Otro tipo de carencia, se crea con lo que se llama “maternaje inadecuado”, con la repercusión de la aparición de depresiones o equivalentes depresivos. Con la relación inadecuada en los primeros momentos de vida del niño por no dar el amor que es necesario en ese momento, porque la relación objetal madre-hijo no es la adecuada (la relación objetal es la que se produce no con el sujeto real, sino con lo que este representa para nosotros), nos arriesgamos a la aparición de respuestas afectivas de tipo depresivo en el niño como fobias, obsesiones, inhibiciones, estados maníacos, alteraciones del sueño y de la alimentación, inestabilidad, aburrimiento…

FAMILIA CON HIJOS EN EDAD PREESCOLAR

Teóricamente la edad preescolar llega hasta cuando el niño comienza la Educación Primaria, el problema es que en la práctica, todos los niños tienen contacto con instituciones educativas mucho antes (guarderías, jardines de infancia, parvularios…). debido a varios factores que presionan para que esto se produzca antes (sociales, económicos y culturales).
Desde la psicología, se piensa que el primer año de vida, es un ciclo vital con características y fenómenos tan importantes que lo convierten en un periodo con entidad propia (SPITZ, 70). Esto lo diría en contestación a los que defendían que había 3 infancias (1ª nac. - 3; 2ª 4 - 7; 3ª 8 - 10/11). Por ello, en esa etapa se dan unos procesos evolutivos muy importantes para la maduración de la personalidad del hijo.

La situación real (no la teórica), en la que el niño empieza antes a ir a instituciones plantea muchos problemas en cuanto a la maduración del niño. Cada vez más niños se empiezan a llevar a alguna institución (más o menos adecuada desde el punto de vista educativo) ya desde el primer año de vida (por la incorporación de la mujer al mundo laboral…). Algunos niños viven varias horas al día en una guardería cuando sólo tienen días. La familia debe saber y tener las ideas claras sobre las repercusiones que puede tener esto, ya que si la familia está informada y preparada para afrontar este desafío, se evitarán males mayores.

Hemos dicho que en este ciclo vital, se producen procesos muy importantes y la mayor parte de ellos se centran en la relación madre-hijo, por ello hablamos de repercusiones si esta relación no se produce correctamente. No quiero decir que la figura del padre no sea importante (ya hemos visto su importancia al hablar del padre) pero si, que el porcentaje más alto de influencia en lo que va a ser la personalidad del niño corre a cargo de la madre en este periodo.

Dependiendo de cómo lo llevemos, de si lo realizamos adecuadamente o menos, aparecerán o no algunos fenómenos. Por ejemplo ahora vamos a ver la relación madre-hijo en esta etapa y los efectos de su abandono:
RELACIÓN MADRE-HIJO Y EFECTOS DEL ABANDONO MATERNO

El tipo de relación que se cree entre la madre y el hijo va a ser muy importante en todo lo que tenga que ver con la evolución del niño; a través de esta relación se ponen las bases de lo que serán las vinculaciones con el mundo externo. La madre envía mensajes a través de la piel, de las emociones… capaces de hacer que el niño tenga reacciones positivas (sonrisa, búsqueda de alimento…), y negativas (llanto, irritabilidad…). Si el niño no recibe en las primeras impresiones la sensación de ser aceptado devolverá a la madre un lenguaje para expresar su sensación de abandono.

El niño se sentirá abandonado si no se percibe como objeto de placer y orgullo para la madre y este placer la madre lo traducirá con actitudes de haber aceptado al hijo, de haberle querido, de haberle alimentado… Todo lo que limite esto, este cuidado materno, producirá alteraciones inmediatas o lejanas, según está muy demostrado.
El niño empieza a percibir el mundo externo a través de la madre (a través de sus manos, del pecho, de las emociones de la madre…), si la relación es adecuada al cogerlo en brazos, alimentarlo, bañarlo, dormirlo, etc., el niño se sentirá querido, pero si la comunicación es brusca, irregular y desigual aparecerán en el niño manifestaciones de angustia, ansiedad, miedo, etc., y todo un comportamiento reactivo con fuertes componentes de agresividad.

El momento evolutivo en el que todo esto (este tipo de comunicación) es más importante y necesario, es durante esta etapa preescolar, es decir:

- el 1er contacto con la madre
- la lactancia y el destete
- el aprendizaje de hábitos primarios (caminar, balbuceos, control esfintérico…)

Lo que el niño necesita en esa fase preescolar, es precisamente la cercanía física y emocional de la madre. Si la madre no está presente (física y emocionalmente) el sentimiento de amenaza estará siempre presente en los aprendizajes del niño, hasta interiorizar estos temores para toda la vida.

La EXTEROGESTACIÓN:

El ser humano nace muy inmaduro, al nacer, tras 9 meses de gestación, no ha terminado su proceso de maduración, destacando:

- Una inmadurez neurológica
- Una inmadurez enzimática
- Una inmadurez inmunológica

por esto, son necesarios otros 9 meses (más o menos), que son como una 2ª gestación en el exterior para madurar lo suficiente, para terminar la maduración inicial.

El dato que suele indicar que esta maduración ha terminado es cuando el niño puede ponerse de pie, que es cuando está preparado para empezar a moverse sólo y empezar una nueva etapa de independencia de la madre. Entonces ahí, durante esos nueve meses siguientes al nacimiento, debe estar la madre y si no es así, el niño va a resentirse de este abandono.

ACTITUDES EDUCATIVAS DE LOS PADRES ANTE EL NACIMIENTO DE UN HERMANO

Las reacciones que se detectan inmediatamente después del nacimiento del hermano tienden a desaparecer en un periodo que va desde algunas semanas a algún mes, es decir, estas reacciones tienden a normalizarse progresiva, aunque lentamente.

Una actitud comprensiva de los padres favorece la superación de estas reacciones hostiles.

Una actitud punitiva (castigos, regaños, etc.) por el contrario, refuerza la hostilidad, y hace que aumente de forma evidente.

La hostilidad cronificada (años de actitud hostil) no es muy frecuente.

Conviene tener el cuenta lo que HILGARD llama “herencia social”, es decir, que la rivalidad fraterna se produce por una transmisión inconsciente a los hijos por parte de los padres y referido a sus antiguos conflictos de rivalidad fraterna; según este autor la rivalidad pasa de generación en generación y dura hasta que el conflicto se hace consciente.

La actitud ansiosa de los padres ante la rivalidad entre hermanos y ante la presencia de celos no es una condición adecuada para resolver el conflicto.

Los padres deben saber que el paso por esta situación es un proceso madurador, evolutivamente normal y emocionalmente necesario para la constitución de una personalidad madura.

Una actitud de sana indiferencia (como quien no ve lo que pasa) ayudará a que todo se vaya arreglando poco a poco. (Repasar el tema de la atención de los padres a las conductas de los hijos).

Los padres deben procurar no intervenir en las tensiones que provoca todo esto porque la intrusión en el mundo de los hermanos no suele ser un buen procedimiento para la normalización de las relaciones entre estos.

Las actitudes más favorables son:

o Evitar los cuidados íntimos al neonato delante del hermano.
o Si no se evita esto, hacer participar al hermano en los cuidados, siempre que tenga edad para ello.
o Prestar atención al mayor para que no viva como abandono la actitud de indiferencia que se adopte con él.
o Evitar magnificar las “bellezas” del recién nacido.
o Y si se hace, que también el otro sea reconocido.
o Clarificar lo antes posible las relaciones entre los hermanos.
o Destacar que cada uno es cada uno, destacando muy bien lo que constituye la característica diferencial entre ellos.
o Potenciar la necesaria satisfacción de las necesidades de cada uno, para que no perciba que lo que se da al neonato es a costa de pérdidas para él (afectivas o materiales).

REACCIÓN ANTE EL NACIMIENTO DE UN HERMANO

Hasta ahora hemos visto las manifestaciones más corrientes del fenómeno de rivalidad entre hermanos; los padres deben conocer que el niño sacará provecho de su rivalidad, siempre y cuando los adultos sean capaces de apoyarle convenientemente para que su canalización sea positiva.

Es normal que el nacimiento de un hermano desencadene nuevos comportamientos en el niño, nuevas formas de actuar. Los comportamientos observados tras el nacimiento de un hermano pueden agruparse en:

- Comportamientos agresivos
- Comportamientos regresivos

Sin excluir otros que iremos comentando.

COMPORTAMIENTOS AGRESIVOS

Aquí entran todos los comportamientos con los que el niño arremete al nuevo hermano, tanto verbalmente (la verbalización no siempre se manifiesta) como con actuaciones directas. En pocas palabras se trata de causar un mal al hermano. Hay niños que dicen que van a matar al hermano, otros les tiran algún líquido (yodo) o algo en los ojos sólo por haber sido alabado delante de él (caso de niño de 4 años), etc. Más adelante hablaremos de la actitud educativa que hay que adoptar en estos casos.

COMPORTAMIENTOS REGRESIVOS

Esto es más frecuente y más normal desde el punto de vista psicológico y educativo. Se trata de modos de volver a estadios educativos ya superados (como ya se vio anteriormente), es decir, dejar de hacer lo que se sabía hacer, pedir ayuda en lo que ya se era autosuficiente, pedir que se haga algo con él de lo que se hace con el bebé, y muchas cosas relacionadas sobre todo con:

- Comer
- Vestirse
- Expresar las propias necesidades
- Pedir el pecho
- Ser querido de un modo muy infantil
- Pedir que se le coja en brazos…

No todas las regresiones tienen la misma importancia e intensidad. Podemos distinguir 3 niveles de regresión:

Regresión leve: Comportamientos que suponen volver a situaciones ya superadas en la relación madre-hijo, deseo de llamar la atención, pedir cosas como ser cogido en brazos, mimado, lactado…

Regresión grave: Reacción de mayor intensidad con síntomas que indican una mayor profundidad emotiva, mientras adoptan una actitud de indiferencia y frialdad ante el nuevo hermano, que se refuerzan con las continuas exigencias a la madre y aparecen formas de inquietud, enuresis, insomnios, anorexia y adelgazamiento.

Regresión-agresión: La regresión-agresión tiende a eliminar al recién nacido. El comportamiento adquiere formas de malos tratos, golpes, intentos de hacerlo caer de la cuna, pellizcarle, meter los dedos en los ojos, etc.

De una u otra forma, lo que queda bastante afectado es la dinámica afectiva del hijo con la madre.

Algunos factores que contribuyen a estas reacciones suelen ser (aunque hay muchos más):

- La edad del primogénito: El mayor nº e intensidad de reacciones se da cuando el primogénito tiene entre 1’6 años y 2’5, seguido de los que están entre 1’1 y 1’5 años. Y la reacción es menor a partir de los 3.1 años.

- El sexo: La reacción regresión-agresión suele ser casi exclusiva de los varones, tanto si el hermano es también varón como si es niña. La regresión grave es más frecuente cuando el hermano es de diferente sexo.

-
Antecedentes patológicos familiares

- La estructura del núcleo familiar: Destaca la incidencia de la familia “inestable”, es decir, la que tiene al menos un miembro con tareas emotivas importantes y que afectan a las relaciones sociales familiares.

No hay que olvidar que la rivalidad entre hermanos es una verdadera respuesta a la frustración por el sentimiento, real o imaginario, de carecer del afecto materno. El nacimiento del hermano se puede vivir como una verdadera limitación al sentir el niño que todo el afecto irá dirigido a aquel.

RIVALIDAD FRATERNAL

Los hermanos ayudan al niño a:

- Convivir
- Competir de un modo sano y no destructivo
- Relacionarse con el otro, establecer lazos, la socialización (el establecimiento de lazos que permiten comunicaciones suele iniciarse con los hermanos)
- La cooperación, la emulación (imitación)
- Aprender a combatir aceptando los propios límites
- Aceptación de ciertos papeles vinculados al sexo (hermanos de distinto sexo)
- Aprender a resolver situaciones por ellos mismos
- Etc.

RIVALIDAD FRATERNA

Entre los hermanos es normal que se dé algún tipo de rivalidad.

La función esencial de los hermanos es la de mejorar la socialización del niño, pero suelen darse algunas dificultades, como por ejemplo un obstáculo inevitable y a la vez enriquecedor que es el paso de los sentimientos de rivalidad a amistad y colaboración entre hermanos.

Podemos distinguir 3 niveles de rivalidad (L. CORMAN):

- Rivalidad cuerpo a cuerpo
- Rivalidad de rechazo
- Rivalidad con negación del rival

RIVALIDAD CUERPO A CUERPO

Aunque parezca raro, este es el tipo de rivalidad menos profundo. Los padres suelen decir que siempre se están pegando, pero se llevan bien, y se quieren mucho, y es verdad. Esto pasa en cualquier familia y el que no pase puede ser un síntoma de actitudes no sanas entre hermanos.

Este tipo de rivalidad suele empezar cuando el niño empieza a darse cuenta de su fortaleza física o de algunas capacidades de poder y dominio y normalmente empieza a estructurarse más claramente sobre los 2 o 3 años. El niño empieza a tener más capacidades motrices, etc. y busca una canalización y lo más normal es que se exprese con el deseo de poder sobre el hermano. Puede decirse que es una rivalidad causada por la necesidad de descargar energías.

Detrás de esas peleas, riñas, golpes, mordiscos y hasta escupir o cosas así al hermano, hay un verdadero deseo de competir y ver “de qué es capaz”, de ver cómo poder sobre el otro y ver la reacción del otro ante lo que él mismo ya puede percibir como “no-permitido o malo”.

La no intromisión del adulto es importante. Cuando el adulto se mezcla en este mundo de rivalidad cuerpo a cuerpo es cuando el niño no aprende nada de cuanto es normal en su conducta impulsiva infantil.
RIVALIDAD DE RECHAZO

Esta rivalidad (a diferencia de la anterior “rivalidad cuerpo a cuerpo”) es la más peligrosa. No la vemos en el niño “peleón o luchador”, sino en el que rompe el contacto con el hermano. Las técnicas proyectivas (historias, cuentos, dibujos…) que se usan en el campo psicológico permiten ver por ejemplo:

- que el hermano-rival no aparece en el relato, en el dibujo…
- o a veces se representa al hermano aislado del resto de la familia
- o metido en un círculo que lo aísla más aún
- o en un extremo de la escena, etc.

Este rechazo, verbalizado o no, es algo que viven muchos niños. La expresión del rechazo puede ser:

- no permitir que el hermano tome parte en sus juegos
- no dejarle sus cosas
- criticarlo para ridiculizarlo o agrandar lo negativo de algún comportamiento suyo
- etc.

Muchas veces las verbalizaciones que utilizan son “muy fuertes”:

- “Quiero que mi hermana se vaya a la guerra y la maten”
- O el niño que al saber que va a nacer un hermano dice “pues ese va a durar poco porque le ahogaré”
- O el que lo describe como “una cosa roja que grita y apesta”
- O como “0, 0, 0…” (cero, cero, cero)…

En el fondo de ese tipo de rivalidad hay una hostilidad por celos. La presencia del hermano es una ocasión para elaborar la propia capacidad de afrontar una gran frustración y un verdadero sentimiento de pérdida de afecto (sea o no verdad ellos lo sienten así). Y en el último caso (sentimiento de pérdida de afecto) la rivalidad disimula y esconde una gran necesidad de llamar la atención, de captar el afecto y de agredir a quien consideran causante de todos los males propios.

Muchos padres se preguntan por qué pasa esto, si tratan a todos por igual, pero no son conscientes de que tras esa frase, hay diferencias que el niño capta perfectamente, ya que en el rechazo del otro se suelen ocultar carencias que no siempre se descubren.

RIVALIDAD CON NEGACIÓN DEL RIVAL

El niño vive como si el otro (el hermano) no existiera. Esto pasa incluso con hermanos gemelos. Tras una apariencia suave y cordial, la verdad es que el hermano no significa nada de nada para él. Es posible que vean al hermano como un rival en algunas áreas en que su madurez y su éxito sean mayores que los suyos
.

CUANDO NO HAY PADRE

La ausencia del padre puede ser de dos tipos:

- Ausencia real (por muerte, separación o divorcio, abandono de familia…)

- Ausencia “virtual” (presencia inadecuada, ineficaz, etc.), es decir, el padre vive con la familia, pero su presencia en cuanto a relación emocional, afectiva, educativa, etc., es prácticamente inexistente; no hay padre en términos relacionales, aunque físicamente esté presente.

Partiendo de esto, la orientación de muchas situaciones familiares se centra en conseguir que el padre ocupe un lugar que le corresponde en la red de interacciones familiares. Porque el concepto de privación paterna, como ya hemos visto, comprende tanto los modelos insuficientes de comportamiento paterno, como la verdadera ausencia. Cualquiera de estas modalidades influyen en el funcionamiento del hijo, ya sea en lo cognitivo, en los psicosexual, en lo relacional y en aspectos del psiquismo.

De todos modos no todos los tipos de privación paterna tienen idénticos efectos, por lo que esas carencias deben ser valoradas en el momento de iniciar un seguimiento con técnicas de orientación o terapia familiar. En todo esto juega un importante papel el tema de los sustitutos paternos.

LOS SUSTITUTOS PATERNOS

Siempre hay un momento en el que el padre deja de ocupar el lugar preferente para dar paso a otros modelos, esta es la base de la identificación secundaria en la que el niño empieza a fijarse en otros adultos que no son el padre.

Pero cuando el padre está ausente (real o virtualmente), el niño debe buscar un modelo que supla y llene ese vacío que haya dejado el padre. Se crea un sustituto paterno.

Básicamente, en estos casos sería preferible que el modelo sustitutivo fuera un varón, pero no es condición indispensable, sino que basta cualquiera que tenga calidad humana que le capacite para dar referencias al niño sobre las que construir su identificación. Puede ser un hermano mayor, incluso a veces un hermano menor que tenga cualidades que le hacen aparecer como “adulto” en algunas áreas, que haga sentir al niño ese “deseo ser como…”. Puede ser otro familiar adulto con el que el niño se sienta a gusto (un tío, un abuelo, un pariente…), puede ser un maestro, un profesor, incluso puede darse la identificación secundaria con personajes del mundo artístico, deportivo, cultural… lo importante es aprovechar lo que aparezca ya que la presencia de un modelo sustitutivo es un elemento estabilizador de la familia y del sujeto (niño).

LA DESVINCULACIÓN CON EL PADRE

En la etapa infantil el niño busca al padre y necesita vincularse con él, relacionarse con él, comunicarse con él, jugar con él… luego, en la adolescencia y juventud se produce una verdadera rotura de estos vínculos.

Pero esto hay que entenderlo bien, ya que en todo esto se encierran unos procesos beneficiosos para la maduración del hijo, o todo lo contrario, pueden convertirse en obstáculos para su maduración, dependiendo de cómo se lleve.

El hijo tiene que separarse del padre, eso está claro, ya ha terminado su etapa de identificación con él y tiene que descubrirse a sí mismo, tiene que definir su identidad.

La famosa rebelión contra el padre es entonces un paso inevitable y necesario; se trata de romper con lo ya "inservible", con lo que fue válido en una etapa, pero que en el momento evolutivo en que se encuentra ahora el chico, no le sirve para seguir su desarrollo.

La desvinculación debe hacerse de una forma que los vínculos afectivos no sean un obstáculo para lo que son dos metas esenciales del progreso familiar y personal: la autonomía personal y la libertad.

Los problemas aparecen cuando el padre no sabe, o no acepta, que esto es necesario; cuando el padre no es consciente de la necesidad de esta “rotura” que ayuda a madurar al hijo.

A muchos padres les resulta muy difícil saber ser el padre que el chico adolescente necesita, pero el querer seguir siendo el padre de un “hijo niño” ya no es posible y la rotura violenta llegará cuando estos procesos normales no se respeten, lo que también será muy difícil de llevar.

Por esta razón el simple hecho de estar informado (todos prefieren pensar que su hijo es insoportable…) puede ayudar mucho a un padre, cuando empiece a notar que “esa rotura” está empezando a suceder, al saber que es algo normal, y al saber cómo puede actuar para facilitar las cosas (ya difíciles por naturaleza), en lugar de obstaculizarlas más.

Durante esta rotura se produce otro proceso que a muchos padres les pasa inadvertido: el hijo que empieza a ser independiente, ”culpa” al padre de todo lo que percibe como causa de sus dificultades personales. El que fue modelo y “líder” hasta ahora, se va convirtiendo en objeto de críticas y ataques, se le exigen responsabilidades, se le trata cruelmente… Se da una verdadera lucha contra el padre, y al padre, antes divinizado, ahora se le destrona.

Según el hijo vaya creciendo en independencia y va afirmando su autonomía el padre irá perdiendo terreno, es normal. Todo esto hay que verlo con tranquilidad, con naturalidad, como un paso más en la evolución del hijo, y sólo habrá violencia en el momento en que ese momento se prolongue, se intente frenar o se luche contra él.

En ese momento tampoco es todo negativo, el padre, puede (y debe) convertirse en nuevo modelo de identificación, gracias a un modo de transformar lo que parecía negativo en elemento positivo, esto es lo que se llama identificación con el objeto de la agresión.

En realidad, puede decirse que la identificación (con el padre, el maestro, con alguien a quien se quiere, respeta, admira…) nunca se lleva a cabo sin una agresión previa, sin un cierto "ataque".

DESARROLLO PERSONAL Y RELACIÓN PATERNAL

Los niños y adolescentes que presentan un desarrollo personal adecuado tienen una relación con el padre también adecuada, mientras que cuando esa relación tiene carencias, es corriente encontrar hijos con lagunas en su desarrollo como persona.

Muchas veces al profundizar en estos últimos casos se descubre que el hijo (niño o adolescente) ha incorporado esquemas y pautas en un área determinada, que suele coincidir con las que tradicional y culturalmente interviene la madre, mientras que en otras, que son más competencia del padre, aparecen lagunas. Los cuidados maternos se han realizado al tiempo que los del padre han quedado incompletos o incluso no se han dado para nada.

Esto lo digo para resaltar la importancia de la aportación de ambos padres, cada uno tiene sus funciones y son importantes.

Para que el desarrollo personal vaya acorde con un suficiente contacto con el padre, es importante intensificar la cantidad y la calidad de las interacciones que es justamente lo que poco se va haciendo menos.

La finalidad educativa del padre es la de orientar al hijo en todos los aspectos de su vida y para esto debe crear un clima que haga posible la apertura total del hijo ante el padre.

Educar es, antes de nada, formar la personalidad del hijo en actitud de apertura, para que esa personalidad empiece a ser suya (del niño).

La tarea del padre como educador es permanente; el padre educa (o maleduca) siempre; no puede descansar de esta tarea, como no puede descansar de vivir y en todo caso, educa incluso en el descanso, es decir, que cada palabra, cada silencio, cada caricia, cada mirada, cada ejemplo… todo es educativo.

La presencia o ausencia (aún presente) del padre influyen en el desarrollo cognitivo del hijo, y sobre todo en el área de las matemáticas.

Con la madre ocurre algo parecido, pero sobre todo en el área verbal, lectura, etc.

Los niños que tienen buenas relaciones con el padre se adaptan mejor y más rápido a los cambios sociales de su ambiente, son más curiosos en la exploración del ambiente, aparecen más seguros y confiados y tienen un mejor desarrollo motriz, sobre todo en andar a gatas, gatear y manipular objetos. Tienen además menor ansiedad ante la separación y ante el contacto con extraños y un mayor autocontrol, están más motivados para el éxito, etc.

AUTORIDAD versus AUTORITARISMO

Cuando se dice a un padre que tiene que hacer valer su autoridad como tal, no se le está empujando a dar órdenes sin más, a obligar a hacer las cosas porque sí… pero lamentablemente esto es lo que muchas veces se suele entender.

Cualquier educador (padre, maestro…) tiene la obligación de ser una autoridad en su ámbito y dispone de unos poderes legítimos necesarios para cumplir la función que tiene encomendada, pero lo que realmente es importante y necesario tener es autoridad personal, tanto en lo que enseñe como en su ejemplo de conducta. Esta autoridad debe ser mediadora y debe buscar el desarrollo de la libertad del individuo. Cualquier acción educativa sólo tiene éxito si llega a la cabeza y al corazón, lo que NO se consigue imponiendo un comportamiento ciegamente llevado a la práctica, sino “iluminando” al sujeto con el razonamiento y ofreciendo un modelo de conducta íntegra y con fundamentos justificados.

La autoridad es una cualidad personal, que se adquiere con esfuerzo y que sirve a los demás como punto de referencia, moviéndoles a esforzarse en un sentido determinado, sin obligar por la fuerza. La verdadera autoridad nunca pretende dominar, intenta que los demás se desarrollen a través de la confianza;
no se debe imponer sino que debe atraer por sí misma.

Tiene autoridad aquel cuya excelencia es reconocida por los demás, los cuales se ven inclinados a aceptar las ideas o realizar las acciones que ven en la persona con autoridad, por la credibilidad que ésta suscita, no porque se lo impongan.

Tal autoridad, muy necesaria en la educación (en la familia, en la escuela, en la sociedad…), hay que distinguirla necesariamente del autoritarismo, que es una forma abusiva de ejercerla.

El error del autoritarismo tiene nefastas consecuencias en los hijos y en las personas en general, las cuales al ser sometidas a una presión autoritaria pueden fácilmente terminar con un bajo concepto de sí mismas, volverse pasivas, dependientes, perder la ilusión de luchar por construir su propia existencia... El conformismo a los valores dominantes lleva a la aparición de personalidades mediocres. Pero tampoco es tan fácil conseguir la eficacia que busca la mentalidad autoritarista, ya que en primer lugar, las personas solemos revelarnos ante el autoritarismo. Este ambiente suele producir un claro enfrentamiento entre padres e hijos, parejas, profesores y alumnos, jefes y empleados, etc., y promueve la indisciplina, la mentira, la hipocresía y el fraude.

En definitiva, la autoridad personal, basada en la confianza y el respeto es necesaria, mientras que el autoritarismo, basado en el abuso de poder, es muy contraproducente.

CONSEJOS SOBRE LA DISCIPLINA

- NO centrar en el padre el rol de la disciplina (sobre todo cuando es más bien una rigidez punitiva que provoca agresividad), ya que puede conducir a una relación frustrante e insatisfactoria entre padre e hijo.

- La madre debe colaborar; las decisiones disciplinares tienen que ser compartidas entre ella y el padre y cuando esté sola debe evitar aplazar la toma de decisiones para cuando esté el marido, teniendo la responsabilidad de decidir igual que haría el padre al estar solo.

- El padre debe tener reglas bien definidas, pero esto no debe evitarle ser sensible a los argumentos del hijo y a las necesidades de expresarse por sí mismo.

- El Padre NO ha de tener siempre la última palabra. El padre que tiene que vencer siempre ante cualquier cosa no está permitiendo que el hijo desarrolle la independencia y la capacidad de afirmarse personalmente.

- El hijo no debe estar oprimido por la imagen de un padre perfecto. Lo mejor es que el hijo capte que el padre tiene límites y que puede cometer errores.

- Un padre que de vez en cuando pueda admitir que se ha equivocado y que el hijo tiene razón, está favoreciendo el sentido de competencia de éste.

- Un padre que nunca comete un error puede ser un modelo demasiado frustrante a imitar.

- La verdadera disciplina se consigue cuando el padre integra en sus actitudes educativas

+ La afectividad
+ La capacidad de decidir sin miedo
+ La firmeza y la aceptación de las propias limitaciones, errores, fallos…

y sólo así el padre aparecerá ante los ojos del hijo como un ser provocador de estímulos y de deseos de superación y de progreso, etc.

- A todo ello hay que añadir buenas dosis de permisividad frente a lo limitante; aceptación frente a lo que se tiende a rechazar; aceptación de la independencia frente a la tentación de dar todo hecho al niño.

- Intentar lo correcto, aún a riesgo de equivocarse, es el camino que hay que recorrer en una familia.

AUTORIDAD Y DISCIPLINA

Dependiendo del tipo de autoridad y disciplina que haya en la familia, se provocará un tipo u otro de personalidad en el hijo, influyendo muchísimo. Por ejemplo y muy resumidamente:

Ø El autoritarismo estable (tipo totalitario)
Produce personalidades conformistas, con creatividad y subdesarrollo cognitivo atrofiados, con pobreza de léxico, resistencia al cambio, débil identidad personal…

Ø El autoritarismo inestable (oposición a la sociedad, de forma reactiva y hostil, tanto a los otros como a las instituciones; castiga unas veces y otras premia por lo mismo…)
Aparece un “yo” como negación del otro y por la vía del enfrentamiento. La autonomía significa una necesidad de defenderse de los ataques exteriores. Las actitudes del niño serán negativas. El hijo descubre su autonomía frente a la del padre y no con él.

Ø La sobreprotección (el niño consigue lo que desea sin necesidad de luchar por ello)
El niño no logra una autonomía responsable. Tiene sentimientos de inferioridad e inseguridad. Se ve privado de lo competitivo porque todo le viene resuelto. Con esta actitud se eliminan la iniciativa y la responsabilidad.

Ø Con una autoridad adecuada se consigue que el niño:
Vaya alcanzando una autonomía responsable. Desarrolle una actitud positiva ante los obstáculos y frustraciones. Sea responsable, seguro de sí mismo. Esté motivado para el estudio, para el juego, para la comunicación, etc.

El tipo de autoridad lleva consigo un tipo de DISCIPLINA. Podemos distinguir 5 tipos de disciplina (también muy resumidamente):

Ø CAPRICHOSA
Cuando hay periodos de ternura normal seguidos de otros de rigidez o excesiva indulgencia.

Ø INDIFERENTE
Cuando los padres no se preocupan del hijo, ni le dirigen palabras de aprobación o de represión.

Ø RÍGIDA-SEVERA
Cuando los padres se exceden en correcciones, prohibiciones o castigos.

Ø INDULGENTE
Cuando hay tendencia a aceptar y aprobar todo lo que hace el hijo.

Ø EQUILIBRADA Y MADURA
Cuando la ternura necesaria va acompañada de una actitud firme y preocupada por la formación.


En una familia es necesario que exista una adecuada autoridad y es necesario que exista una adecuada disciplina. Los niños necesitan ser educados. Si no fomentamos esto desde casa, es muy difícil que el niño no tenga problemas en la escuela o/e instituto, tanto con sus compañeros como con sus maestros y profesores. Los niños deben llegar a la escuela educados para poder aprovechar ese tiempo de enseñanza-aprendizaje. Y deben llegar sabiendo respetarse a sí mismos y a los demás.

La disciplina que se crea en el ambiente familiar es muy importante. Pero por otra parte, lo más importante en la disciplina es la firmeza del padre (y madre), de la que dependerá el desarrollo adecuado de un comportamiento equilibrado, coherente y estable.

Pero es necesario distinguir lo que es la FIRMEZA de lo que normalmente suele atribuirse a la RIGIDEZ o cierta DUREZA en la imposición de pautas disciplinares, ya que no tienen nada que ver, pero se suelen confundir mucho. Ser firme no es ser rígido ni duro, sino convencido de que lo que se transmite al niño es algo coherente y no ambivalente. Además la firmeza debe ir siempre acompañada de un componente afectivo.

Los hijos aceptan la firmeza, es más, la necesitan y la esperan. Lo que no aceptan son las rigideces e intransigencias, el autoritarismo, el totalitarismo, el “porque lo digo yo y punto”… ni los niños ni nadie medianamente sano.

La firmeza crea hábitos bien organizados; la rigidez desencadena en cambio, reacciones negativas en el hijo, así como agresividad por la frustración que genera, por no hablar de problemas de autoestima, negativismo, inadecuada comunicación…

Muchos estudios demuestran que tras un adolescente maduro desde el punto de vista moral (¡que los hay!) hay un padre afectuoso, comprometido con el hijo y de “gran estatura moral”.

LA FELICIDAD

La felicidad o bienestar subjetivo, existe y no es más que una forma positiva de valorar la vida en su conjunto.

Los factores más o menos estables causantes de felicidad pueden ser la familia, el trabajo, los amigos y relaciones sociales, la salud, el tiempo libre, los ingresos económicos, la congruencia entre lo que se desea y lo que se tiene, etc. Y aparte de los factores estables hay desencadenantes como los éxitos, los logros, las comparaciones favorables y cosas así.

Más que una emoción aguda puede decirse que es un estado de humor, porque no es fugaz como el placer o la alegría, sino que es más o menos estable en el tiempo. Se relaciona con cosas positivas como sensaciones de bienestar, con estar contento, con la alegría, con el placer, con la capacidad de disfrute, etc. sin embargo, a diferencia de aquellas, no excluye la posibilidad de momentos de pena, dolor, lucha o conflicto (una persona feliz puede sentir pena, dolor, rabia, etc. sin dejar en el fondo de ser feliz).

En pocas palabras la felicidad aparece cuando crees que estas haciendo progresos hacia tus objetivos; cuando estas contento con lo que tienes más que triste por lo que no tienes, porque lo cierto es que no hay mejor forma de sentir felicidad que experimentando emociones agradables. Y los obstáculos que más la dificultan son la frustración y la insatisfacción crónica.

Es muy difícil proponer una fórmula para ser feliz, pero lo que sí se puede hacer es cambiar la forma de tomar la vida para lograrlo. Hay que pasar de “hacer lo que uno quiere” a “querer lo que uno hace”; hay que aprender a apreciar lo que se tiene, por poco que sea. Se trata de aprovechar la energía psíquica en la dirección justa, para que no se derroche en el aburrimiento y en la preocupación. Y para no caer en el aburrimiento es importante que a medida que desarrolles tus habilidades aumentes también el nivel de tus retos (que te lo pongas cada vez un poquito más difícil), porque no se puede disfrutar haciendo lo mismo y al mismo nivel durante mucho tiempo; uno acaba aburriéndose. Pero cuidado, tampoco hay que proponerse retos demasiado altos, porque si el desafío es superior a la habilidad, aparecerá ansiedad y ni la ansiedad ni el aburrimiento son experiencias agradables. Y no olvidemos que el disfrute (en cualquier actividad, ya sea de ocio o de trabajo) no depende de lo que se haga, sino sobre todo de cómo se haga.

OFERTA DE UN CÓDIGO DE VALORES

Valor es una cualidad real o ideal, deseada o deseable por su bondad, cuya fuerza orienta la vida humana… Es todo aquello que no nos deja indiferentes, que necesitamos y deseamos porque nos conviene bien en algún sentido…

Los valores son múltiples (económicos, vitales, intelectuales, estéticos, morales…), pero tengamos en cuenta que ninguna educación humana es posible sin un planteamiento objetivo y fundado de los valores. Es decir, si no podemos diferenciar entre lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, etc., si estas distinciones fueran sólo fruto de una opinión subjetiva, de los gustos individuales, etc., nadie tendría derecho a educar, porque ninguna educación podría ser orientada objetivamente, ni legítimamente promulgada.

El hombre debe aceptar un orden de valores por medio de una elección consciente y libre dentro de su cultura. Es necesario fomentar en los individuos actitudes sociales que preparen determinados tipos de comportamiento. Y para lograr una convivencia positiva y pacífica son necesarios ciertos requisitos morales en las personas (una moral humanista, basada en la dignidad de la persona y que promueva el respeto a la misma).

El padre tiene que fomentar una adecuada adhesión al sistema de valores que crea necesario para la estructuración del grupo familiar. Esto no quiere decir que el hijo, en un momento dado no haga una crítica a todo lo que le transmita el padre, ya que hay momentos en que esta crítica será necesaria para la elaboración de lo que después será su filosofía de vida.

Debe transmitir una jerarquía de valores que regule la maduración personal del hijo, distinguiendo lo que es esencial de lo que es accidental. Sea cual sea el patrimonio cultural que tenga el padre, recibido de su educación anterior, debe aceptar un pluralismo en el enfoque de todo ello.

La tarea educativa del padre consiste en fomentar el intercambio de valores de otros contextos educativos o culturales sin dogmatismos y sin cerrarse ante las aportaciones de otros ambientes.

Una exigencia de la función paterna es que el padre tiene que adquirir la capacidad de acomodarse; de acomodación, que no significa que tenga que olvidar o abandonar sus propios esquemas, sino tener una postura flexible, que facilite la aproximación, el entendimiento, la asimilación y la integración de otras aportaciones al grupo familiar.

El padre debe colaborar con el hijo, debe transmitirle un conjunto de valores de referencia sobre los que el hijo pueda hacer su propia selección, cuando llegue el momento; y debe colaborar con el hijo en el sentido de que el hijo debe participar en esta elección y jerarquización de los valores.

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN EN VALORES:
Conocerse y aceptarse a sí mismos y a los demás;
Respetarse y valorarse a sí mismos y a los demás;
Madurar el proceso de valoración;
Tomar libremente decisiones;
Mejorar las relaciones interpersonales;
Descubrir el propio sistema de valores;
Comportarse de acuerdo;
Comunicarse abierta y sinceramente sobre sus valores.

LA INTEGRACIÓN PRECOZ CON EL HIJO

Tradicionalmente es la madre la que se ha venido ocupando de los hijos, pero más recientemente se ha averiguado que es necesario plantearse modos en que el padre interactúe con el hijo para lograr una integración que por ser precoz deje huellas profundas en el hijo; en la formación de su personalidad.

Tanto la madre como el padre son igualmente sensibles a las señales que envía el hijo pero no actúan de la misma manera. La relación entre madre-hijo, y entre padre-hijo son diferentes cualitativa y cuantitativamente (al menos en la familia media actual, en la que todavía el hombre suele tener el puesto laboral central). El padre suele estar menos horas en casa, por lo que la relación con el hijo se ve afectada en comparación con la de la madre.

Estas diferencias de tiempo entre padre y madre suponen inevitablemente diferencias de tareas y por tanto de interacción con el niño y fundamentalmente en dos aspectos tan importantes como son la higiene, la alimentación y también en otro aspecto importante como es el juego.

La interacción con el niño a través de la higiene y de la alimentación es más frecuente en la madre (lo que tampoco quiere decir que ese contacto físico sea siempre rico y estimulador obligatoriamente, ya que muchas madres sólo cogen al niño en brazos para lavarlo, alimentarlo o para que pare de llorar y evitan hacerlo en otros momentos en que la motivación no sea sólo por “obligación” o por el “deber” que culturalmente se asigna a la mujer).

Al niño hay que cogerle también para estar con él, para acariciarle, besarle, hablarle, enseñarle cosas, jugar, etc.

En cuanto a la interacción a través del juego, parece que es más frecuente por parte del padre (pero esto en familias en las que la mujer no ocupa un puesto de trabajo y está en casa con los niños, mientras que cuando la mujer pasa muchas horas fuera de casa, también juega mucho con el hijo, de cuyos cuidados suele ocuparse otra persona). Es por eso que los niños ante el padre pueden estar más festivos, abren más los ojos, etc. Otra observación sobre los tipos de juego muestra que:

-En la interacción madre-hijo se suelen dar más juegos del tipo: llamarle, esconderse, sonreírle, sonidos repetitivos, imitativos, “palmas palmitas”…

-En la interacción padre-hijo son más frecuentes los juegos de contacto físico: tocarse con movimientos rítmicos, juegos de acción, juegos con contacto corporal y fuerza muscular…

En cuanto a la comunicación, el hombre tiende más a comunicarse también con el contacto físico y la acción, mientras que la mujer tiende a hacerlo más bien con palabras. Por otra parte, las madres suelen utilizar el mismo estilo comunicativo con los hijos y las hijas, mientras que los padres suele interactuar con los hijos varones con juegos vivos, mientras que con las hijas son más suaves. Es decir, normalmente la interacción del padre con el hijo es más “estimulante”, mientras que su relación con la hija suele ser más “afectuosa”.

En estos tipos de relación parece como si los padres estuvieran programados para asignar al hijo varón o hembra atribuciones diferentes; al varón le atribuyen mayor fuerza y vivacidad, mejor coordinación motriz, y una constitución más robusta… mientras que a la hembra le atribuye mayor dulzura, más debilidad y fragilidad, debido a que los estereotipos y roles sexuales influyen en las expectativas de los padres, y estas expectativas se reflejan sobre el comportamiento que adoptan ante los hijos, exigiendo de ellos cosas diferentes según el sexo.

IDENTIFICACIÓN

La identificación que el niño realiza con el padre es la identificación primaria: con la madre realiza una primera pre-identificación, que continúa después con el padre con la identificación primaria.

Este proceso está bastante amenazado actualmente por la escasa convivencia que tienen los hijos con el padre, sin embargo es necesario que tal identificación haya “cubierto sus niveles mínimos” antes de que el hijo empiece su vida escolar, y esto obliga a una presencia constante y rica del padre, antes de ese periodo, y tanto en el caso de los niños como en el de las niñas.

Para que la identificación primaria tenga un efecto positivo, hay 3 condiciones:

- Tiempo
- Intimidad
- Intensidad

Porque toda identificación está favorecida por el tiempo, la intimidad y la intensidad de los contactos entre las dos personalidades que intervienen en ese proceso identificador. Si el tiempo, la intimidad y la intensidad en las relaciones son adecuadas, se produce una también adecuada interacción emocional entre el padre y el hijo.

-A MÁS TIEMPO DE RELACIÓN corresponde a una más profunda interacción, y esto contribuye a que la observación del padre como modelo sea más constante y estable. Esto es también importante, porque muchos hijos ya mayores, han perdido la oportunidad de observar al padre mientras crecían y esto supone una verdadera pérdida de datos para la construcción de un modelo al que se tiende por imitación. Sólo la observación hará que aparezca algo imitable en el padre y esto es importante para el proceso de identificación de personalidades.

-A MÁS INTIMIDAD seguirá una inevitable interacción más afectiva y uno de sus efectos será que el niño querrá reproducir en sí mismo partes del padre.

-A MÁS INTENSIDAD mayor será el refuerzo de todo lo que el niño vea de imitable y estimulante en el padre, ese deseo de “querer ser como”, que es independiente del sexo del niño.

Bueno, lo importante aquí es ver que una ausencia del padre, o una inadecuada identificación primaria, será una amenaza para el crecimiento equilibrado del niño.

EL APEGO Y EL PADRE

Hasta 1958 los estudios sobre el tema del apego habían estado limitados a la madre. Sin embargo, ahora se afirma que la vinculación con el padre se inicia antes del nacimiento y seguramente también y durante el parto. La voz paterna (sus tonos más graves), es oída también por el hijo durante su vida fetal.

Los niños muestran apego a los dos padres, aunque prefieren a la madre en situaciones de estrés. Esta relación de apego se estructura en las primeras fases de la vida y suele ser resultado de una relación precoz. Esta claro que el padre es una figura importante para el hijo… y debe estar ahí.

En cuanto al tema de si el padre debe o no estar presente durante el parto… será muy bueno que esté presente siempre y cuando antes haya existido una cercanía emocional que haga que tanto la madre como el padre deseen compartir la experiencia. La presencia del padre durante el parto está condicionada, entonces, a que los dos quieran que esté y a que los dos conozcan bien cómo se desarrolla un parto. Esto es importante, tanto, que en algunos países se está empezando a aceptar que el padre esté presente durante el parto sólo si previamente ambos han asistido a algún tipo de preparación al parto. La presencia del marido en el parto tiene efectos beneficiosos sobre muchos aspectos, por ejemplo sobre el modo que tiene la mujer de percibir el dolor, hasta el punto de permitir reducir la administración de fármacos durante el parto.

También en los partos con cesárea, la mujer suele reaccionar mejor y antes que otras cuyos maridos no están presentes. Además, es curioso que los partos cesáreos tienen repercusiones sobre la relación entre el padre y el hijo unos meses después del nacimiento; a los 5 meses del nacimiento estos padres, cuando están en casa suelen dedicar más tiempo al hijo, participan más en la organización de la casa, y las mujeres suelen pedir más ayuda al marido para cuidar la casa, a otros hijos, etc.

La presencia del padre en el parto es buena si su relación con la mujer es buena, y le ayudará a lograr una mayor integración en la vida del hijo, pero no hay que forzarle a estar presente. Si el padre quiere y la madre quiere y están preparados, es muy beneficioso, pero también puede ser perjudicial, asistir sin querer o sin estar preparado.

EL ENCUENTRO CON EL PADRE

Igual que hemos visto algunos procesos de vinculación con la madre (el apego, identificación, etc.), vamos a hacer lo mismo en cuanto al padre.

LA PREPATERNIDAD

Con la mujer es más fácil realizar estudios durante la gestación y conocer los cambios que se producen: físicos, emocionales, etc, pero en el caso del hombre, es más complicado, y además se ha estudiado menos, o al máximo, desde hace menos tiempo. Pero en el hombre, en el futuro padre, se producen también ciertos cambios emocionales.

¿Qué cambia para el hombre durante la espera del hijo?

Se dice que el pre-padre, no quiere decirse en voz alta lo que siente, lo que teme, desea, lo que le amenaza, le confunde y le estimula. En esos momentos suelen aparecer la confusión y la duda y un reparto de los papeles masculino y femenino basado en unas imágenes estereotipadas del padre que le arrastran y le confunden. Así, la paternidad aparece como confusión y en esa confusa espera el hombre recibe pocas ayudas.

La verdad es que el hombre puede vivir sentimientos muy profundos durante el embarazo de su mujer, aunque a la vez se suele encontrar impotente para encontrar un cauce que le permita expresar esos sentimientos. En este sentido la orientación que se le suele dar al padre consiste en hacerle partícipe del embarazo, mediante información de todo lo que va pasando, sobre los cambios que se producen en el cuerpo de la mujer, etc., para que participando de ellos, pueda encontrar un camino para expresar sus dificultades, sus alegrías, sus emociones y al mismo tiempo, para que disminuyan las distancias y soledades que se pueden crear en la pareja durante el embarazo.

El padre tiene que aprender a vivir el embarazo como algo que no es exclusivamente competencia de la mujer; el embarazo afecta a ambos. Y además, las modificaciones que se van produciendo en la mujer, producen en el hombre resonancias emotivas, pero también físicas.

Normalmente la plenitud física que siente la mujer, se suele convertir en inseguridad y angustia para el hombre, que vive los cambios de la mujer como amenazantes e inquietantes, y todo esto normalmente se produce gracias a los tópicos y prejuicios que nos transmite la cultura.

Algunas sociedades mantienen rituales que preparan la paternidad. En la nuestra estos rituales no existen pero el comportamiento pre-paternal está lleno de síntomas físicos que hacen pensar que los componentes biológicos de la paternidad no son tan diferentes a los de la mujer embarazada. Estos síntomas físicos, psicosomáticos (“síndrome de la covada”) empiezan a aparecer sobre el 3er mes de embarazo y duran hasta el nacimiento del hijo. Y esto esta demostrado por varios estudios clínicos, que muestran que el padre vive muy profundamente el preparto. Algunos síntomas pueden ser:

- Pérdida de apetito
- Dolor de muelas
- Náuseas y vómitos
- Dolores de riñones
- Además de la ansiedad, insomnio y cierta irritabilidad.

La mayoría de padres suele mostrarse contento por el embarazo, pero preocupados por la carga emotiva y económica de la llegada de un hijo.

Algunas actitudes comunes durante la gestación, se centran en la envidia del embarazo de la mujer y en la negación del embarazo, pretendiendo que la mujer lleve una “vida normal”, e imponiéndole ritmos fatigosos a nivel de diversiones, etc.

Para otros la identificación con la mujer es tan completa que se ocupan de la dieta de ella y de su ropa, controlan su peso, les compran ropa pre-mamá… y tienen una gran ansiedad, por la buena marcha del embarazo.

Algunos autores afirman que la ansiedad del hombre y la preocupación por el malestar y sufrimiento de la mujer, etc., es incluso mayor que en ella misma.

Aquí podemos ver que tras esa imagen del hombre como sostén de la mujer se oculta un hombre que para ser fuerte y seguro, necesita de mayor apoyo por parte de los amigos, los padres, y en especial de la propia madre.

Es importante tener en cuenta que los padres más comprometidos durante el embarazo, son después del nacimiento los más competentes en el cuidado del hijo, con mayor capacidad y sensibilidad para hacerlo y además lo hacen con más gusto, más satisfactoriamente.

LA PRE-IDENTIFICACIÓN CON LA MADRE

El tema de la identificación es fundamental para entender la constitución de la personalidad del individuo.

El objeto de pre-identificación es la madre. Lo es de manera natural, espontánea, por contacto inevitable, directo y profundo, aquí no intervienen razonamientos, ni selección de modelos. El hijo asienta sus raíces en la relación con la madre.

La identificación de los niños no es exactamente la copia de los modelos que tienen, sino que todo lo que hacen los niños es dejarse invadir por pautas, recoger información a través del mundo emocional… no hay intencionalidad, sino un dejarse llevar por algo que le agrada, estimula o motiva profundamente.

La pre-identificación es como preparar el terreno donde se va a construir un tipo de persona, y esta construcción se produce en los primeros años de vida (2 o 3 años). Después llegará la identificación primaria con el padre (que veremos más tarde) y todo lo que el niño logre antes de descubrir al padre como modelo es lo que le facilitará que tal descubrimiento se haga en un sentido o en otro.

En la pre-identificación la madre da apoyo emocional, un entorno agradable, etc. El niño que no tenga esto estará en cierto sentido amenazado, porque las bases sobre las que levantar sus identificaciones estarán asentadas en un rechazo de lo que podría darle seguridad.

También es muy importante el APRENDIZAJE DE LOS HÁBITOS PRIMARIOS, que se refieren a:

§ La alimentación

§ El sueño

§ El control de los esfínteres

Porque una actitud inadecuada de la madre ante estos hábitos puede provocar trastornos muy perturbadores.

Pero estos temas los iremos viendo, cada uno por separado, porque son amplios e importantes.

VENTAJAS DE LA LACTANCIA MATERNA

La lactancia materna tiene muchas ventajas tanto para el bebé como para la madre:

Antes de nada hay que pensar que la lactancia natural cuenta con miles de años de éxito, mientras que la artificial sólo tiene unos 100 años, y con varios problemas.

Aporta defensas para evitar infecciones (Los bebés tienen menos catarros, casi ninguna diarrea (es casi imposible), menos bronquitis y otitis, menos infecciones urinarias…).

Está siempre bien preparada y a la temperatura correcta.

Tiene todos los nutrientes sólidos y líquidos necesarios para el crecimiento del bebé.

El bebé aprende a mamar según sus necesidades, no sólo en cuanto al hambre, sino que puede obtener más o menos líquido o alimento según las necesidades.

La madre tiene también menos infecciones urinarias y su útero se reduce de tamaño en menos tiempo.

Hay mayor unión afectiva entre los dos.

Es mucho más barata...

Los primeros días no hay mucha cantidad de leche, pero hay justo lo que necesita el niño. Además, la primera leche (calostro) es especial, muy rica en proteínas y defensas.

Para que la cantidad de leche vaya aumentando, hay que ponerse al niño al pecho lo antes posible (nada más nacer si es posible). Y no se debe seguir ningún horario especial, sino hacer caso al lactante (cuando llore o esté despierto y buscando, darle el pecho).

Tampoco tenemos que controlar el tiempo que tarden en mamar; a veces tardarán unos minutos, otras, casi media hora, dependiendo de sus necesidades, tanto de alimento como de líquido.

Es bueno alternar los pechos, pero tampoco hay que obsesionarse. El darle de mamar en los dos pechos ayuda mucho al desarrollo de su lateralidad.

ERROR: pensar que los primeros días el niño se va a morir de hambre y darle otros alimentos (biberones de sueros azucarados, de leche artificial…), con lo que estaremos consiguiendo perder la lactancia materna (que necesita continuidad) y además que el niño tenga alergias posteriores.

Si queremos dar el pecho al niño, tenemos que saber que es lo mejor para él y que no necesitará nada más (ni agua, ni zumo, ni infusiones…), al menos durante los primeros 6 meses, y tenemos que tenerlo muy claro y no dejarnos influenciar por las “buenas intenciones” y “consejos” que nos puedan dar otras personas (generalmente madres y suegras) sobre que el niño pasa hambre, o sobre que nuestra leche es aguada o mala (ESTO ES IMPOSIBLE).

No debemos ir a la farmacia para ver qué nos dicen, seguramente nos venderán una leche.

Tenemos que tener en cuenta que:

- Si le damos otras cosas, el niño tendrá menos hambre, mamará menos y la leche irá disminuyendo hasta desaparecer

- Puede acostumbrarse a la tetina del biberón y luego cogerse peor al pecho.

- Y sobre todo pueden aparecer alergias al cabo de un tiempo.

Es normal que después de nacer el niño (en los primeros 4-5 días) pierda peso; pronto lo recuperará. Y después no debemos obsesionarnos con pesar al niño para ver si aumenta de peso. Si queremos hacerlo, con una vez por semana, y siempre en la misma báscula, basta. Si vemos que una semana el niño no ha aumentado, esperar a la siguiente; a veces el niño aumenta 100 gr. y a la siguiente 200.

No hay que pesarlo antes y después de mamar para ver lo que aumenta porque algunas básculas no pueden detectar aumentos de 20 o 30 gr., y esto pone nerviosa a la madre.

Al dar el pecho la madre debe estar cómoda, y es bueno preparase algo para beber (agua, zumo, leche), ya que puede sentir mucha sed.

Hay que lavarse bien las manos, pero no tanto el pecho, para que el niño reconozca su olor y lo busque. El pezón no debe limpiarse con soluciones antisépticas, basta con la higiene diaria para amamantar sin ningún riesgo.

DURANTE CUÁNTO TIEMPO AMAMANTAR:

El que la madre pueda y quiera. Siempre será mejor 2 semanas que nada. Pero lo aconsejable es un mínimo de 6 meses; a partir de esa edad el niño ya puede ir tomando otros alimentos, por lo que mamará menos, pero puede seguir haciéndolo, porque es muy bueno.

La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses y como complemento hasta los 2 años.

POSTURA AL ALIMENTAR AL HIJO EN EL PECHO

Para encontrar la postura ideal se debe tener en cuenta que:

-El pecho esté suelto y disponible, sin ataduras.

-El pezón se ofrezca frente a la boca del niño, no lateralmente.

-El niño pueda tomarlo o dejarlo, mamar o respirar, con o sin ayuda de ella.

-La postura pueda ser mantenida por parte de los dos sin cansancios.

-El cuerpo del niño esté cogido por los brazos de la madre, elevado por sus rodillas o sujeto de un modo que no resbale.

-El cuerpo de la madre esté relajado y con posibilidad de movimiento en el brazo opuesto al pecho.

-El peso de los dos cuerpos esté equilibrado sin esfuerzos.

-Es menos importante que la posición del niño sea vertical, horizontal o intermedia; lo importante es que se mantenga durante toda la mamada.

-Cualquier movimiento de adaptación o reajuste entre el cuerpo de la madre y del hijo se haga sin esfuerzos dolorosos, sin dudas sobre si continuar o no y sin que la angustia, ignorancia, confusión o temor a hacerlo mal rompa el proceso.

-El tiempo de duración viene definido por la necesidad el niño.

-Al principio el cuerpo del niño está en tensión, con los puños cerrados fuertemente; al final el niño se relaja, suelta los brazos y los extiende, abre las manos, mueve los dedos, deja caer la cabeza hacia atrás y puede dormirse fácilmente, apareciendo una especie de sonrisa o semi-sonrisa con los ojos cerrados.

La lactancia materna tiene muchas ventajas, tanto para el niño como para la madre.

EL DÍÁLOGO DE LA LACTANCIA

El alimento es importante, pero no es lo único importante, ni lo más importante.

Un alimento dado en un ambiente relacional frío, pobre de afecto, distante emocionalmente no aporta nada profundo al proceso de desarrollo del niño. Además sólo lo afectivo hace que el alimento se aproveche al máximo, hace que tenga los efectos favorables para la totalidad del crecimiento del niño.

Cuando se dice que un niño necesita a la madre para vivir, no se refiere sólo a alguien que lo alimente materialmente, sino que de su relación va a depender el desarrollo posterior de la personalidad adulta.

Es muy importante lo afectivo, lo relacional, la ternura. La madurez no se consigue si no es en un ambiente de cuidados maternos, que se exprese con besos, caricias, conectando físicamente, incluso muchos autores llegan a afirmar que el cerebro “no acariciado” no funciona, y esto es verdad, ya que el cerebro infantil, nace muy inmaduro y no está mielinizado hasta los dos años de edad aproximadamente. La mielina (sustancia que envuelve los nervios y las neuronas, y que lo que permite que se produzcan conexiones entre ellos) se produce por el contacto físico, por las caricias, por las sensaciones que produce ese contacto. Estas sensaciones táctiles desencadenan la producción de la mielina que cubre los nervios y las neuronas. Por eso los animales lamen a sus crías cuando nacen.

La madre es un verdadero organizador del psiquismo infantil, actuando a través de la piel, de la voz, del calor, de la caricia, de la lactancia. Y la lactancia es un complejo intercambio en el que a través de elementos senso-motrices y de las gratificaciones profundas que se producen, se contribuye a la aparición del sentimiento de seguridad en el niño y del sentimiento de amor materno en la madre. Es el niño quien hace nacer el amor materno, el verdadero sentimiento de amor materno que alrededor del 4º o 5º día aparece en la madre.

El niño capta infinitas maneras de lenguaje preverbal con las que la madre le habla, por el tono emocional de la madre que acepta o rechaza al niño que le está sacando al leche, por el gesto de cogerle, de colocarle, de ponerle cómodo o incómodo, por hablarle con palabras aunque el niño aún no pueda entenderlas pero que sin duda siente… en pocas palabras es la suavidad o la rudeza con que la madre dialoga corporalmente con su hijo mientras le alimenta lo que va a contribuir a la formación de un tipo u otro de personalidad. Porque el niño toma la leche en muy poco tiempo, pero sigue después agarrado al pecho mucho más tiempo, sin tomar leche porque el pecho se ha vaciado, pero sigue ahí hasta quedar dormido y relajado, porque aún obtiene otras gratificaciones (estar seguro, percibir afecto, sentirse querido y aceptado…).

Por eso, otro tema muy importante para las madres primíparas es la postura para amamantar (lo vemos en otro artículo).

EFECTOS DE LA FALTA DE APEGO EN EL NIÑO

En el pasado artículo dijimos que el pasar las fases de apego adecuadamente termina con un lazo afectivo sólido y duradero entre el niño y la madre. Y también que no todos los niños llegan a alcanzar esa seguridad. Y que los efectos de la falta de apego son efectos retardados, es decir, se verán mucho más adelante, pero realmente evidentes, y a veces dramáticos.

El bebé tiene necesidad de contacto físico. Tiene necesidad de agarrarse y de pegarse a la madre, de relacionarse con su pecho, de refugiarse en ella y de trepar por ella, etc. Y la falta de esas satisfacciones pueden acarrear conductas anormales en adolescentes y adultos.

Si analizamos a muchas familias con conflictos profundos, fácilmente nos encontramos con madres frías, distantes, poco cálidas en afecto, en expresividad corporal, en dejarse agarrar, trepar, tocar, palpar, chupar, etc. por su hijo de pocos días o meses, el cual, aunque esté bien alimentado, si le falta ese “piel-a-piel”, estará amenazado por problemas durante toda su maduración.

Es por eso que una madre bien orientada puede evitar que se produzcan procesos que alteran profundamente la maduración de la personalidad del hijo.

Estas conductas de apego, igual que se van formando, irán disminuyendo espontáneamente. El apego es total en los primeros días y meses de vida, pero mientras se crece, se van estructurando otras conductas que empiezan a “separar” al niño de la madre (o de la figura que la sustituya), como la tendencia a buscar a otros (niños), y luego a otros (adultos), la tendencia a explorar a través del juego, de la creatividad, la imitación, etc., pero tengamos en cuenta que estas tendencias se verán dificultadas si el niño no ha contado primero con el adecuado grado de apego con la madre (o figura sustituyente).

A corto plazo los efectos de la falta de apego pueden ser: un aumento del ritmo cardíaco, descenso de la temperatura corporal de noche, aumenta el tiempo que está despierto, aumentan los sobresaltos nocturnos, protesta (llora, grita…) el primer día de separación, el segundo día presenta posturas depresivas, disminuye el juego, y siente angustia por la separación de la madre.

A largo plazo todos sufren un retraso general, más profundo en el lenguaje, y tienen problemas en sus relaciones sociales. Estudios recientes relacionan las deficiencias en las relaciones con las figuras de apego con la neurosis, la depresión, el suicidio, la mortalidad, el retraso intelectual, desórdenes conductuales, etc.

Esta necesidad de apego está muy relacionado el tema de la lactancia materna. El amamantar al niño va a suponer mucho más que alimentarlo, siendo casi más importantes los procesos relacionales que se producen que el propio alimento. Lo vemos en otro artículo.

EL APEGO

El apego no es algo que se aprende, sino que es efecto de una necesidad primaria. La necesidad de afecto es algo innato, que no precisa aprendizaje.

El apego es una tendencia original y permanente a buscar la relación con los otros. Es un lazo afectivo fuerte que se establece entre el niño y la persona más cercana a él, que suele ser la madre. Tiene una función adaptativa que facilita la supervivencia por mantener a la cría cerca del adulto mientras aún no es autónoma y posibilita la adquisición de seguridad en el entorno y más adelante la exploración.

El establecer un vínculo estable y seguro es lo que posibilita que el niño sienta curiosidad por su entorno, por lo que estas conductas son indispensables para que se produzca la adquisición de nuevos conocimientos, habilidades y destrezas, es decir, un adecuado desarrollo. Entonces la función del apego es que el niño adquiera seguridad, y cuando se sienta seguro explore el entorno.

La personalidad adulta es producto de la interacción del individuo con figuras claves de pequeños, y en particular con las figuras de apego.

El niño elabora modelos de representación que son diferentes según hayan sido sus experiencias de amor, temor y de seguridad. Por ejemplo, sobre el temor, es una respuesta adaptativa en los niños, y cuando un niño confía en que tendrá a la figura de apego cuando la necesite, será poco propenso a tener miedos intensos o crónicos.

Mucha gente cree que lo que el bebé busca en la madre es el alimento, pero la necesidad de alimentación no tiene el papel principal que parece, en la relación con la madre. En el recién nacido el contacto y la búsqueda de cercanía con la madre, son más importantes que la tensión del hambre.

Las etapas en el desarrollo del apego son:

1. Etapa de preapego (del nacimiento a 6 semanas)

2. Etapa de formación del apego (6 semanas a 6-8- meses)

3. Etapa de apego (6-8 meses a 18 meses- 2 años)

4. Formación de relaciones recíprocas (de 18 meses- 2 años en adelante)

Veámos las ETAPAS resumidamente:

1. Etapa de preapego (del nacimiento a 6 semanas)

El bebé comienza aplicando sus reflejos innatos. Llora, agarra, orienta la vista hacia los que le cuidan, responde positivamente a los acercamientos y caricias, y ya reacciona y distingue la voz de la madre de la de otras personas por las claves emocionales que aparecen en esta, pero aún no muestra conductas de apego.

2. Etapa de formación del apego (6 semanas a 6-8- meses)

El niño ya muestra con su conducta que distingue a la madre de otras personas. Sonríe y balbucea con más facilidad a la madre, y se muestra más tranquilo y calmado cuando es la madre quien le tiene en brazos. Presta mayor atención a los movimientos y acciones de la madre, pero aún lo que más le molesta es perder el contacto humano, no sólo el de la madre.

3. Etapa de apego (6-8 meses a 18 meses- 2 años)

Las reacciones de enfado y ansiedad ante la separación de la madre son ya una muestra clara del apego que el niño tiene con la madre. A partir de los 8 meses el niño empieza a tener preferencia por su madre y todas las acciones del niño en esta etapa están orientadas a conseguir una mayor presencia de la madre (gatear, manipular objetos, etc.)

4. Formación de relaciones recíprocas (de 18 meses- 2 años en adelante)

A partir de aquí, el bebé tiene ya la capacidad de representarse mentalmente a la madre cuando ésta no está, lo que unido con el comienzo del habla, provocan un cambio de conducta en el niño. Baja la ansiedad de separación, porque ya comprende que no es una separación definitiva, y porque la madre puede explicarle cómo y cuándo va a regresar. Esto es importante, ya que varios estudios demuestran que las madres que explican las razones de la separación y el tiempo que tardarán, consiguen una reacción mucho más serena por parte del niño. No conviene engañarles, porque esto creará más problemas a la larga.

El pasar estas fases adecuadamente terminará con un lazo afectivo sólido y duradero entre el niño y la madre, sin embargo no todos los bebés llegan a alcanzar esa seguridad, porque su capacidad para evocar respuestas afectivas en la madre es muy limitada, o porque la madre esté ausente, o es poco sensible a las señales del bebé.

Por otra parte, los efectos de la falta de apego son efectos retardados, pero evidentes, y a veces dramáticos (lo vemos en el próximo artículo).

RELACIONES EN LA FAMILIA

Hay muchos tipos de familia. Aunque en númeno de miembros sean idénticas, cada una tendrá sus aspiraciones, expectativas, metas, modelos educativos, actitudes emocionales para relacionarse unos con otros, etc. que pueden ser muy distintos.

La familia no es un fenómeno accidental, sino un lugar de encuentro, contacto y comunicación, en el que se hace posible (o no) el perfeccionamiento de cada uno de los miembros. Es un sistema, formado por personas ligadas unas a otras, y sujetas a influencias recíprocas. Estas influencias recíprocas pueden enmarcarse en 3 o 4 tipos de encuentro entre los miembros:

§ Con la madre

§ Con el padre

§ Con los hermanos

§ Con otros miembros de la familia

Partir de hoy, que empezaremos con la madre, y en las próximas publicaciones iremos viéndolos por separado.

LA MADRE

Sobre la relación y comunicación madre-hijo se ha estudiado muchísimo. En este encuentro destacan, entre otros, y como verdaderos procesos evolutivos del ser humano:

1. El apego

2. El diálogo de la lactancia

3. Los procesos de pre - identificación

4. El aprendizaje de los hábitos primarios

-Alimentación

-Sueño

- Control de los esfínteres

- Etc.

REGLAS DE COMUNICACIÓN

La familia es un sistema gobernado por reglas, hasta el punto de que sus miembros se comportan entre ellos de forma repetitiva, organizada, casi automática. Por eso es interesante conocer las reglas que regulan los mensajes de comunicación.

Una regla es una especie de acuerdo para actuar de una determinada manera, pero no siempre es algo tan consciente como parece, al contrario, la mayoría de las veces este acuerdo no suele hacerse conscientemente, y aunque parezca raro, muchas veces ni siquiera es conocido ni por los mismos participantes, sino que lo van construyendo como resultado de ajustes que van haciendo que facilitan el mantenimiento de un “equilibrio” familiar.

§ Las reglas reconocidas: Son reglas que se han establecido directamente, abiertamente, explícitamente al iniciarse la relación que origina la familia. Hay parejas que las tienen muy claras al haberlas establecido antes de formalizar su vínculo. Son del tipo de: asignación de tareas, responsabilidades (cara al otro, a los hijos, etc.), y grado y uso del nivel de libertad. Lo mejor sería que, hasta los aspectos más profundos de cada uno, se “regularan” con reglas reconocidas. Pero la verdad es que muy pocas familias tienen reglas acordadas de manera directa y abierta.

§ Las reglas implícitas: Son reglas que existen en la familia aunque no se hayan verbalizado; aunque no se hay hablado sobre ello. Son funcionamientos “sobreentendidos”, sobre los que, en teoría, no sería necesario hablar. En cualquier familia hay situaciones en las que se actúa de este modo, pero no es bueno que todo se haga así.

§ Las reglas secretas: Son las más difíciles de descubrir. Son formas de actuar con las que una parte del sistema familiar bloquea las acciones de otra parte o de otros miembros. Son acciones que desencadenan actitudes deseadas por quien manipula. Son bloqueos de intentos de libertad, autonomía…

§ Las metarreglas: En pocas palabras, la metarregla hace que lo que es una regla de comportamiento quede superado porque uno de los miembros del sistema va más allá de lo acordado. Así, la metarregla distorsiona la regla, confunde los significados aceptados antes y hace surgir reacciones distintas a las acostumbradas. Es un modo muy sutil de romper profundamente la posibilidad de comunicación.

Queda claro, que la mejor manera de evitarse problemas en la relación de pareja y con los hijos, es establecer las reglas de comunicación, de comportamiento, de responsabilidades de cada uno, etc., abiertamente, antes de que surjan los problemas. Reglas que deben ser conocidas y aceptadas por todos los miembros de la familia, desde el más mayor al más pequeño, el cual tendrá que ir adquiriéndolas como parte de su educación familiar.

TIPOS DE MENSAJES DE COMUNICACIÓN

Para completar el tema de la comunicación, distinguimos entre Mensajes de contenido y Mensajes de relación:

El MENSAJE DE CONTENIDO es el que se transmite con un lenguaje verbal, directo, comprensible, que no necesita ninguna traducción. Corresponde a una situación real. Cuando decimos… estoy mal, estoy triste, estoy deprimido, necesito cariño…O cuando en una familia el hijo dice… quiero que me escuchéis… no hay por qué ir buscando una interpretación ya que el significado y el significante coinciden perfectamente.

Ante tal mensaje se pueden hacer varias cosas:

o Se confirma el mensaje y se actúa en consecuencia (se da cariño, comprensión, afecto, se escucha más…).

o Se acepta sin tomar actitudes (se acepta teóricamente pero no en la práctica), se acepta a nivel racional, se entiende intelectualmente, etc. pero todo queda igual porque no se hace nada.

o Se rechaza por no estar de acuerdo con lo que se ha dicho claramente (yo creo que no estás tan mal…creo que te queremos bastante… ¿qué más quieres?... ya te escucho bastante...).

o O se ignora (ni se registra el mensaje del otro, ni se reacciona ante él, ni se tiene en cuenta… quien lo recibe actúa como quien “oye llover”…).

La verdadera comunicación (en cuanto a fenómeno de relación) sólo se asegura en el primer caso. Cuando se utiliza cualquier otra de las posturas se están poniendo las bases para que el que la manera de enviar el mensaje (que no es recibido del modo esperado) cambie, y se empiece a utilizar otro tipo de comunicación basado en los mensajes de relación.

El MENSAJE DE RELACIÓN Es siempre un mensaje no-verbal. Se dice algo envuelto en símbolos (no con palabras), no coinciden el significado y el significante, por lo que crea una confusión emotiva. El que “habla” así, manda mensajes que el otro “escucha” de un modo totalmente diferente. La comunicación se hace confusa y caótica. El niño en lugar de decir “quiero que me escuchéis” (visto que no funciona), enviará el mensaje mediante signos que tratarán de envolver emocionalmente el ambiente, para ser escuchado (un mal gesto, una crisis de nervios, una descarga agresiva, un insulto, un dolor físico que los movilice y obligue a hacerle caso, un síntoma alarmante (quiero suicidarme, no quiero vivir), etc.). El mensaje de relación supone entonces, provocar una reacción del adulto sin pedirla directamente.

Cuando la familia no utiliza la comunicación clara con mensajes de contenido, este tipo de mensajes (de relación) está continuamente en el ambiente.

EL DOBLE VÍNCULO

Es otro fenómeno que causa muchos problemas de comunicación en las familias.

Es, en pocas palabras, una forma trastornada de comunicación, que se da cuando en un mensaje hay más de un nivel de comunicación, niveles que además discrepan o son incongruentes.

El Doble Vínculo aparece cuando:

§ Nos vemos envueltos en una situación que supone una gran intensidad emocional (que es cuando en teoría más necesitaríamos comunicarnos claramente para dar una respuesta adecuada).

§ Cuando al mismo tiempo, la otra persona expresa dos mensajes distintos (Y lo que uno afirma está negado por el otro).

§ Y cuando no podemos expresar nuestra propia idea sobre los mensajes transmitidos (Tanto por que son contrarios entre ellos, como por la manipulación emocional que encierran).

Las consecuencias de esto pueden ser muchas y variadas, aunque sólo con decir que la persona no sabe a qué atenerse, ya bastaría.

En cualquier familia puede aparecer alguna vez este tipo de “distorsión”; vamos a ver algún ejemplo:

· Es el caso del padre que presume de ser muy amplio, flexible, generoso y liberal en la actitud que tiene ante sus hijos, mientras que al mismo tiempo no les permite el mínimo asomo de autonomía o libertad.

· El de aquellos que hablan de afecto, cariño, amor… mientras que con la actitud no comunican ni transmiten el menor signo de lo que dicen con la boca.

Con la pareja puede pasar exactamente lo mismo:

· Mientras discuten con gestos y críticas agresivas adornan el lenguaje con palabritas aparentemente cariñosas, cargadas de riqueza afectiva, pero que no se vive en realidad.

· El uso de diminutivos al dirigirse a la pareja, o de palabras que en otros tiempos tenían un significado afectuoso y pacífico, en medio de una discusión.

Se colocan palabras durísimas y rechazos enlazados con “amor mío”, “cariño”, “hijito”…

Este fenómeno es el doble vínculo… y suponen algo a evitar en toda comunicación, la cual, para ser positiva debe ser clara y directa.

SISTEMAS DE COMUNICACIÓN (Esquema de Schiller)

Este aspecto afecta a los tipos y a los niveles de comunicación vistos la semana pasada.

1. Convencional-Sociable-Cotidiano-rutinario: Los miembros de la familia se relacionan superficialmente, nadie entra en los sentimientos de los demás. Se tocan cosas, pero no se tocan sentimientos. Se hace lo de cada día, lo normal, lo que hacen todos. En la pareja puede decirse que se tocan los cuerpos, pero no los afectos, los sentimientos, las emociones…

2. Directivo-Persuasivo-Condescendiente-Cerrado: Aquí hay un diálogo manipulativo ya que por muchos medios se busca que el otro haga lo que uno quiere. Por ejemplo, cuando un miembro de la familia pretende que los demás hagan algo que a él le interesa o le apetece, sin preguntar a los demás si quieren o no. No importan los sentimientos de los otros, sino que sólo se miran los que a uno le gustan, y en función de eso se toman decisiones que afectan a los demás.

3. Especulativo-Intelectual-Reflexivo-Serio, pero seguro: Aquí hay una posibilidad de apertura, de confidencias, aunque sea en un nivel cargado de factores racionales. Hay un mayor respeto por los otros aunque continúe el temor de entrar en el mundo de los sentimientos. Se habla, se razona, se buscan explicaciones, se busca razón lógica, fría y calculada sobre lo que se hace o dice… es decir, hay un intento de acercamiento, pero aún muy tímido, es como si se abriera una puerta hacia lo confidencial, aunque queda fácilmente bloqueada por el peso de lo racional.

4. Abierto-Auto-revelador-Auto-responsable-Serio, con riesgo: Este es el tipo de comunicación más positiva. Se manifiesta algo del interior, se expresan sentimientos. En pocas palabras, hay un verdadero contacto con el sentimiento de los otros, desde la profundidad y el riesgo de expresar los propios. Se respeta el mundo emotivo de los demás.

TIPOS DE COMUNICACIÓN FAMILIAR

Los dos grandes tipos, que abarcan otros, son:

La COMUNICACIÓN VERBAL se centra en “lo que se dice”. Se realiza continuamente y consiste básicamente en hablar. Proporciona al otro un conocimiento exacto de lo que se quiere decir, aunque tal conocimiento es puramente intelectual, y muchas veces le falta “algo” para establecer una verdadera relación interpersonal.

La COMUNICACIÓN NO-VERBAL es más variada: (tono de voz, gestos, postura, el mismo silencio cuando se decide no comunicarse, la enfermedad, el lenguaje sintomático, la agresividad…). En definitiva se centra en lo que se dice con gestos o lenguaje corporal. Su base está en lo aprendido en las etapas preverbales de la maduración (antes de aprender a hablar), cuando aprendemos de nuestros padres inflexiones de voz, tono, ritmo, contacto de las manos, movimientos del rostro, expresión, ruidos… Es una comunicación un poco más confusa que la verbal, por lo que necesita una traducción según el contexto en que se dé. Con este tipo de comunicación hay que tener cuidado ya que puede provocar conflictos. Muchos “malentendidos” a nivel de pareja o en las relaciones familiares se deben a una mala traducción del lenguaje no-verbal.

En cuanto a los NIVELES en que puede establecerse la comunicación, vamos a destacar 3:

Comunicación informativa: es cuando sólo se dice “lo que ha pasado”. Simplemente se informa de lo que se ha visto, oído, hecho. Es una comunicación “tipo telediario”, con la que nunca sabemos lo que la información supone para quien habla.

Comunicación racional: Es cuando se da la información y al mismo tiempo se dan especulaciones, reflexiones personales, etc. sobre la noticia dada. Es un poco una comunicación formativa o manipulativa, porque junto al hecho que se transmite se pretende actuar sobre el otro. En la familia se usa como vehículo transmisor de pautas, valores o normas…

Comunicación emotiva (profunda): Se da cuando mientras se transmite la información o los hechos, se transmiten también sentimientos, afectos, emociones, estados de ánimo. Es una comunicación más íntima, con la que se expresan sentimientos, se gratifica, el otro conoce tus valores personales sobre lo que expresas, se transmite qué nos hace sentir en un momento dado algo, etc. En una familia este último nivel supone una verdadera comunicación. La falta de niveles profundos de comunicación familiar tiene efectos como: no saber qué quiere el otro, qué necesita, qué busca, de qué es capaz, se produce pobreza emocional en el comportamiento, falta de ternura expresada y sentida, búsqueda de tales gratificaciones en otro lugar…y todo ello de manera compulsiva (arrebatos, impulsos…)

LA FAMILIA

El concepto de familia no ha mantenido siempre los mismos rasgos, debido a la influencia de muchos factores que han ido incidiendo en sus estructuras. Estos factores moldean, transforman y hasta a veces eliminan las formas familiares más tradicionales. Pero estos cambios familiares no significan que ante formas nuevas dejen de existir otras.

La situación actual es la de convivencia de distintas formas de familia:
-hogares monoparentales
-hogares unipersonales
-familias de individuos de culturas minoritarias
-familias de homosexuales...

Tanto las familias tradicionales como los modelos emergentes precisan de formación y orientación en los diversos temas que les afectan.

La VIDA FAMILIAR es el conjunto de acciones encaminadas a la crianza y educación de los hijos, y a satisfacer las necesidades de cada uno de los miembros de la familia. Implica dar apoyo, seguridad y afecto; enfrentar y solucionar problemas; producir y consumir bienes; y transmitir valores.

La familia tiene un gran poder moldeador sobre los hijos. Ningún grupo social tiene un influjo tan definitivo como el ejercido por la familia, y más concretamente por los padres sobre los hijos.

Aparte de la educación consciente que intentan dar los padres, la familia condiciona la FORMACIÓN INTELECTUAL de los hijos: el desarrollo de la inteligencia infantil necesita estímulos y contenidos por parte del ambiente (lo que le rodea), por lo que las posibilidades que dé la familia determinarán el grado y la cualidad de ese desarrollo. La familia representa un depósito de conocimientos que poco a poco va asimilando el niño. Su mentalidad dependerá de la cantidad y tipo de esos conocimientos.

Las ACTITUDES de los padres cuentan muchísimo en cuanto a los estudios y el interés por aprender de los hijos. Influye más la actitud de los padres y el tipo de cuidados maternales que la falta de recursos materiales. Las actitudes de los padres son el factor más fuerte de la MOTIVACIÓN de los hijos en los estudios.

Las PERTURBACIONES EMOCIONALES en el hogar causan un bajón de los resultados académicos.


SER PADRES

Los objetivos conseguidos por la pareja, en el primer tramo de la creación de una familia van a sufrir un cambio en el momento de nacer el primer hijo.

Ser padres no es sólo un hecho biológico, sino que encierra todo un mundo de emociones. Sin embargo, esta realidad no es vivida igual por el hombre que por la mujer. En primer lugar, la mujer tiene evidencia inmediata de lo que es “ser madre”, pero el hombre no lo percibe en su biología. El paso de pareja a trío, la mujer lo inicia al percibirse embarazada, mientras que el hombre lo percibe más tarde.

El convertirse en padre o madre, exige un cambio bastante fuerte en cuanto a las metas individuales y de pareja. Aparecen nuevas funciones y aparecen nuevas necesidades en la pareja, además con el riesgo que tiene el afrontar nuevas responsabilidades sobre las que no se tiene experiencia vivida, y para las que poco valen otras experiencias del pasado.

Muchas veces aparecen conflictos o dificultades por culpa de no saber distinguir y separar las funciones parentales (del padre y de la madre) de las conyugales. Un problema muy frecuente es el que aparece en el momento en el que la presencia de un hijo se convierte en una amenaza para la satisfacción de las necesidades afectivas de cualquiera de los miembros de la pareja; se teme perder el afecto del otro por el acaparamiento que provoca el recién nacido (el padre piensa que la mujer puede dejar de ser tan buena esposa al convertirse en madre; la madre, por su parte, siente la amenaza de que el padre se vuelque con el hijo, con la pérdida de apoyo y afecto hacia ella, la cual, insatisfecha o en cierto modo frustrada, se refugia en su maternidad, se vuelca con el hijo y encuentra en él una gran fuente de compensaciones).

Este fenómeno no es tan frecuente en la realidad, aunque casi todas las parejas lo viven a nivel fantasmático. Pero muchas veces se plantea una verdadera crisis, que necesita de ayuda y orientación para salir adelante. Y la verdad es que para el orientador es algo muy útil, ya que, cuando sucede realmente, es un buen índice de que “algo” no funcionaba con anterioridad al nacimiento del hijo.

Porque algo muy importante a tener en cuenta es que el nacimiento del hijo no es la causa del distanciamiento entre el marido y la mujer; tal distanciamiento (o decepción, frustración, carencia afectiva, insatisfacción sexual, desapego emocional, falta de valoración, etc.) ya existía. La aparición del hijo es quizás lo que desencadena la descompensación (como lo que pasa en la orilla del mar cuando baja la marea…la marea no es la responsable de las rocas que aparecen en la playa, como máximo, la marea es la que nos permite ver algo que ya estaba allí, aunque oculto). Igualmente el hijo no es el responsable del enfriamiento o conflicto, sino que nos permite ver algo que ya estaba ahí y no había aparecido.

Esta actitud emocional aparece por una falta de perspectiva al observar el problema, ya que la maternidad y la paternidad son un tipo de amor, que NO es de la misma calidad que el amor conyugal que se ve amenazado. El amor al hijo es distinto al amor a la pareja. Y aunque fueran iguales (que no lo son), con dar amor a cualquiera de los miembros del triángulo, no se quita nada al otro, porque el amor no se gasta porque al otro se le dé cuanto necesite, ni es algo material que al repartirlo va disminuyendo de cantidad.
Gloria Martí Cholbi